viernes, 11 de diciembre de 2015

Estilo indirecto libre



El EIL consiste en una reproducción de discurso, que representa  la conciencia de un personaje (palabras, o, con más frecuencia, pensamientos y percepciones) desde el aquí-ahora de esa conciencia, pero en la voz del narrador, y, por lo tanto, en el tiempo pasado de la narración. El narrador imita las posibles expresiones del personaje y adopta su sistema deíctico, especialmente los adverbios de tiempo y espacio. El verbo de comunicación introductor de estilo directo(ED) o estilo indirecto (EI) desaparece o, a veces, se pospone. El EIL es ambiguo por excelencia. Esta forma de citar es inadmisible fuera del discurso ficcional de la literatura. 

EJEMPLOS:

Aunque la perspectiva de participar en un conflicto bélico lo sacudió con violencia, procuró mantener la calma para desvanecer el temor que se había apoderado de sus padres y, sobre todo, de Julieta, incapaces de aceptar la idea de tan súbita separación. Será por unos días. Todo se arreglará muy pronto.

        (Ángel Balzarino: El pozo)


 Sobrecogido, se sentó al borde de su lecho, con sus pies metidos en las pantuflas. Aguardaba. ¿Y si su abuela muriera? ¿Si muriera allí mismo, ahora, esta noche? Sensibilizados de pronto, sus nervios vibraron a lo largo de todo su cuerpo...¿No sería esa la solución de todo?...Lo invadió una alegría salvaje... Lourdes, Estela ⎯Estela sobre todo⎯ se dispersarían a los cuatro vientos en el momento en que la nonagenaria respirara por última vez... Pero el terror de la nada se abalanzó sobre él...¡Su abuela no debía morir! No debía, porque entonces Estela partiría con su muchacha a comenzar una vida, mientras él se quedaba puliendo y dando vueltas entre sus manos, para admirarlos, su diez hermosos bastones. 

                           (José Donoso, Coronación)



   Abandonó la música. ¿Para qué tocar?, ¿quién la escucharía? Como nunca podría, con un traje de terciopelo de manga corta, en un piano de Erard, en un concierto, tocando con sus dedos ligeros las teclas de marfil, sentir como una brisa circular a su alrededor como un murmullo de éxtasis, no valía la pena aburrirse estudiando. Dejó en el armario las carpetas de dibujo y el bordado. ¿Para qué? ¿Para qué?



(Gustave Flaubert: Madame Bovary)




Mi padre habló largamente, dejando transparentar, poco a poco, algo de emoción. Yo creía que él me odiaba, cuando la verdad era que siempre había querido mi bien, si se había mostrado alguna vez severo había sido a fin de corregir mis defectos y prepararme para mi futuro. Mi rebeldía y mi espíritu de contradicción serían mi ruina. Ese matrimonio había sido ponerme una soga al cuello. Él se había opuesto pensando en mi bien y no, como creía yo, por hacerme daño, porque ¿qué padre no quería a su hijo? Por lo demás, comprendía que me hubiera enamorado, eso no estaba mal, después de todo era un acto de hombría, más terrible hubiera sido, por ejemplo, que me hubiera dado por se maricón. Pero casarme a los diez y ocho años, siendo un mocoso, un estudiante... 

            (Vargas Llosa: La tía Julia y el escribidor) 



  Desde AQUÍ vamos a hacer unos ejercicios

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miércoles, 9 de diciembre de 2015